TEXTO
4. CAPÍTULO 8
Uno de los efectos del enamoramiento loco y
obcecado es que anula los sentidos para percibir lo que acontece a tu
alrededor. Corta al ras la sensibilidad, la capacidad para la percepción. Te
obliga a concentrar tanto la atención en un ser único que te aísla del resto
del universo, te aprisiona dentro de una coraza y te mantiene al margen de
otras realidades aunque éstas transcurran a dos palmos de tu cara.
Cuando todo
saltó por los aires, me di cuenta de que aquellos ocho meses que había pasado
junto a Ramiro habían sido de tal intensidad que apenas había tenido contacto
cercano con nadie más. Sólo entonces fui consciente de la magnitud de mi
soledad.
TEXTO 5. CAPÍTULO
13
Decidí comenzar por el exterior, hacerme con
una fachada de mujer mundana e independiente que no dejara vislumbrar ni mi
realidad de víctima de un cretino, ni la oscura procedencia del negocio que
estaba a punto de abrir. Para ello había que maquillar el pasado, inventar a
toda prisa un presente y proyectar un futuro tan falso como esplendoroso. Y
había que actuar con apremio; tenía que empezar ya. Ni una lágrima más, ni un
lamento. Ni una mirada condescendiente hacia atrás. Todo debía ser presente,
todo hoy. Para ello opté por una nueva personalidad que me saqué de la manga
como un mago extrae una ristra de pañuelos o el as de corazones.
Decidí
trasmutarme y mi elección fue la de adoptar la apariencia de una mujer firme,
solvente, vivida. Debería esforzarme para que mi ignorancia fuera confundida
con altanería, mi incertidumbre con dulce desidia. Que mis miedos ni siquiera
se sospecharan, escondidos en el paso firme de un par de altos tacones y una
apariencia de determinación bien resuelta. Que nadie intuyera el esfuerzo
inmenso que a diario aún tenía que hacer para superar poco a poco mi tristeza.
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